Roberto López | Club Triatlón Samburiel

Crónica de un homenaje a alguien muy especial.

(Duatlón Rivas 2016, por Roberto López)

Eran las 5:35 de la mañana del 14/2 (2016) y sonaba el despertador; ya tenía todo preparado desde el día anterior; la bicicleta en perfecto estado, el chip amarillo, etc… Me levante más ansioso que otras veces con una sola idea en la cabeza; poder dedicar una buena carrera a nuestro Jorge.

Después de desayunar rápido y cargar la mochila y la bici, partí hacia Rivas, solo, como cuando debuté en 2014, aunque sabía que llevaba conmigo a un chaval de 20 añitos que me iba a empujar desde el km 0, y, Todo un club detrás de mí y de mi compañero Alex, que coincidiríamos allí aunque no le pudiese ver. El a mí si, y me dio ánimos que me hicieron levantar el pulgar en la T2.

Lo dicho, era una mañana rara, fría y desapacible y nada más llegar, el tiempo justo para recoger el dorsal, preparar el material y a boxes a llevar mi F1 (jajaja, es como llamo yo a mi inseparable máquina).

Oigo inmediatamente que en 5 minutos se da la salida y con celeridad y premura, me despojo del chandal y queda al descubierto el mono que me habían enviado desde el cielo días atrás dos Angeles, donde se podía leer «AGUADO». Nunca antes había sentido semejante emoción, y responsabilidad. Me repetía «hoy no corres tu, lo va a hacer por ti» tranquilo. Y así llegó la hora de colocarse en la línea y escuchar el bocinazo.

Salida rápida y yo con mi habitual calma veo como pasan Cervantes (ganador), Felez (2), Isla, Bernal y dos más de Las Rozas. Empiezo a coger ritmo y voy acercándome a ellos; ¡¡como soplaban los condenados!!. Adelantó a Bernal, Isla y me emparejó con otros dos de Las Rozas donde me encuentro a gusto para completar el 5000. Observo que mis rivales por el tercer puesto están cerca y decido mantener el ritmo pensando en la salida que les iba a preparar con la flaca; arrancada a full para no dejarles recuperar ni a rueda. Llego a la T1 y se me atranca una zapatilla de la bici y Bernal, Isla y otro V2 de Las Rozas salen delante de mí, lo que me cabrea mucho, entonces sale lo peor de mi; se acabo el modo control, la pausa y la estrategia; salgo descontrolado con arrancada brutal (se me levantaba la rueda trasera del suelo) y antes del primer giro paso a Isla, Bernal y otros 3 más que iban en grupo, se ponen a rueda, pero a disgusto porque les veía unos 3 metros descolgados, entonces decido aumentar el ritmo en la bajada y al girar en la primera subida (es la peor zona) arranco y me marcho solo; coronando y llegando al auditorio echo el guante a un grupo, los adelantó sin parar; mis rivales venían detrás y tenía que distanciarles.

Soplaba un viento brutal y me encontraba de repente solo contra el viento y perseguido por un grupo numeroso donde transitaban mis rivales acoplados. Metro a metro. Iba tirando a muerte sin reservar nada, y, tenía a Jorgito en mi mente, empujándome, le podía sentir detrás; ahí estábamos los dos, y fue en esos momentos cuando sentía que no podía fallarle.

Ya terminando la segunda vuelta (de las tres que constaba él segmento) empezaba a cazar a otros duatletas que transitaban muy por delante mí y podía ver en los giros que el grupo perseguidor había quedado reducido a tres unidades; Isla había desaparecido y solo quedaba Bernal y la distancia aumentaba; estaba haciendo daño. Y fue cuando decidí abrir gas a tope en la tercera vuelta para llegar a la T2 con ventaja suficiente para asegurar la tercera plaza de Jorge.

Después de adelantar al último duatleta que tenía en el visor, llego con él (un tal Pablo, más jóven) a la ansiada T2, donde rápidamente cuelgo la flaca y me pongo a correr con este compañero antes mencionado y por supuesto con Jorge apretándome el trasero, y oigo «Vamos Samburiel», y debía ser el amigo Alex, al que no llegué a reconocer (perdona amigo, pero iba ciego). Me sorprende lo rápido que voy, incluso consigo aguantar el ritmo del chaval hasta a falta de 500 metros que decido bajar ritmo, pues ya no me perseguía nadie de cerca y es cuando veo esa sonrisa eterna con ese largo flequillo, guiñarme el ojo y susurrarme «Rober lo hemos conseguido, nos subiremos al cajón con esos dos animales que van delante», pero yo le digo; «no Jorge, vas a ser tú quien te subas, yo solo soy un vehículo viejo que se ha sentido joven por una hora y algo y que no desea ningún protagonismo porque quien lo merece eres tú». Y así mientras corría en estado inconsciente, me despertó el speaker en la línea de meta con las palabras «llega AGUADO», y fue cuando se me escaparon unas lágrimas, porque, lo habíamos conseguido!!!. Sentí dolor en mi cuerpo y comprendí que Jorgito había salido de mi interior para descansar y disfrutar de ese pequeño homenaje que yo juré regalarle cuando tuviese ocasión.

Y así terminó la mañana, con un podium emotivo, el más feliz y valioso del que he disfrutado (lo de menos era el 3er puesto) y sentí al niño elevándose hacia arriba para irse a descansar junto a su padre, que seguro le contara que corrió a los mandos de un viejo pequeñajo, que no daba más, pero que le puso toda la ilusión del mundo.

GRACIAS JORGE!!! he sido el tío más feliz de la tierra en una mañana infernal.

GRACIAS!!! compañeros del Club Triatlon Samburiel por vuestro apoyo incondicional del que me siento orgulloso.

Jorge Aguado (D.E.P)