Domingo 10 de Abril, 9:00 am y nos encaminamos por tercer año consecutivo al duatlón memorial Antonio García de Quintanar de la Orden (Toledo), cita habitual de Ivi por ser su pueblo y por tan emotiva finalidad, y de un servidor por acompañarle por tierras Manchegas como Don Quijote con su Sancho.

Desde que nos levantamos ya intuíamos que seria un día duro, mucha nube, algo de lluvia y sobre todo aire, mucho aire, y en contra porque de culo nunca viene, tuvimos aire de lado derecho, de lado izquierdo y de frente, nunca a favor o eso me pareció a mi.

A las 12 se dio el pistoletazo de salida, me coloco en cabeza de carrera en grupo de 6, marcamos el primer Km en 3.23h, esto será duro y veo que los 5 primeros se alejan cada vez mas, yo ya controlo mi ritmo habitual porque no puedo engancharlos, van fuertes y me quedo en tierra de nadie, me fijo en los giros que Ivi no viene demasiado lejos y otros dos mas fuertes que van detrás de mi me adelantan, aguanto la segunda vuelta en esa posición y entro 8 de la primera carrera.

Cuando estoy cogiendo la bici viene Ivi como un tiro, entra el 12 de la carrera, salgo de la primera transición y voy solo, pienso que tenemos que hacer una grupeta y eso intento con el primero que me engancha por detrás, miro y veo a mi compadre a unos 300 metros, le tengo que esperar si o si, ir solo es una salvajada con tanto aire. Viene Ivi en mi ayuda y conseguimos formar un grupo de cuatro, vamos a relevos y en uno de ellos el viento me mueve la bici y me engancho con el manillar del que me estaba adelantando, casi veo suelo y encima el tío se mosquea conmigo, le digo que agarre rueda o que tire si puede. El que va tirando se le ve fuerte y vemos como se marcha, y nos quedamos tres. Ivi y yo como siempre y después de tantos entrenos sabemos como va el uno y el otro con solo mirarnos, en bici siempre lleva él la voz cantante. Está siempre un punto por encima mía, hace él más esfuerzo que yo.

Llevamos al otro chico enganchado y no hace mucho relevo, en la primera recta que pica hacia abajo, Ivi se acopla y yo sin soltarme de su rueda,miro hacia atrás y veo a lo lejos al otro chico, no puede con los Samburieles, ¡¡vamos Ivi¡¡ Nos quedamos solos como tantos fines de semana que a las 8 de la mañana salimos a entrenar.

Finalizamos la primera vuelta del circuito de bici y vemos que el siguiente tío nos saca unos 500 metros. Hay gente por estas tierras que monta mucho en bici y tienen mucho nivel. En la segunda vuelta nos pasan dos que van como un tiro pero no podemos engancharles, imposible, uno de ellos salió el 20 de la primera carrera y quedo tercero, mucho nivel.

Continuamos los dos solos a relevos pero siendo Ivi el que marca el ritmo. A mitad de la segunda vuelta me pongo a tirar, miro hacia atrás y veo que Ivi se queda, ¡¡no puede ser!! algo le pasa. Bajo ritmo y espero a que llegue, además afrontamos uno de los peores tramos, una recta tendida con aire en contra. Me dice que no puede respirar, que tiene flato, yo creo que se le ha cerrado (el esfínter) el diafragma y le cuesta respirar. Me pongo a tirar y le digo que respire hondo y se estire, parece que va mejor poco a poco, cuando llegamos arriba ya está otra vez como siempre: recuperado y tirando otra vez.

Seguimos teniendo el chico de delante a unos 500 metros, no recortamos distancia, seguimos los dos a nuestro ritmo, y continuamos así hasta la tercera vuelta. A estas alturas y acabando la tercera vuelta mi compadre me dice que si quiere que me lleva hasta el que está a 500 metros y luego me curre yo la carrera. Le digo que si voy yo él tiene que venir conmigo. Al final decidimos seguir a nuestro ritmo y hacer la segunda carrera juntos. Él llega primero a la transición y sale, yo voy detrás y me pongo a tirar. Le digo que juntos hasta el final. A los dos anteriores los tenemos a 500 metros, le pregunto a Ivi que si lo intentamos pero los gemelos nos dicen que ojo. Seguimos a nuestro ritmo los dos juntos, miramos para atrás por si viene alguno pero vamos solos. Veo que el viento hace que se rompan las cintas que señalan el circuito y que los dos anteriores se equivoquen de camino y tengan que volver hacia atrás. 300 metros pero nuestras piernas ya no son nuestras, seguimos juntos hasta la ultima curva, nos damos un abrazo y entramos juntos en la meta.

Muy buena experiencia y ayer me di cuenta cuando entrenas con alguien todos los domingos, al final le entiendes sin hablar. Gran experiencia lo vivido con Ivi ayer.

Dar las gracias a la organización que después de llegar tarde y que no pudieran correr los niños en la carrera infantil, despejaron la pista de atletismo y les organizaron un duatlón para los tres niños tardíos. Y sobre todo gracias a mi mujer por acompañarme desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde que llegamos a casa con una sonrisa a pesar del frio, el viento y la lluvia.